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El pasado 7 de
marzo el Conseller de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Sr. Ferran
Mascarell, presentaba su proyecto estrella para organizar los museos de
Catalunya y crear una estructura para la gestión del patrimonio catalán. Su
punto de partida, expuesto en la comisión de Cultura del Parlament de Catalunya
de finales de febrero, es que actualmente hay un sistema de museos en Catalunya
asistémico como herencia de la forma en que se crearon los diferentes museos y
centros culturales catalanes. Desde ese punto de partida parece lógico y
necesario un plan de organización de la estructura de los mismos y del
patrimonio en Catalunya. Una idea con la que muchos pueden estar de acuerdo,
pero si estudiamos el plan desde el punto de vista de la conservación,
recuperación, estudio y difusión de la imagen fija o en movimiento –o sea
desdel el punto de vista del patrimonio fotográfico y cinematográfico de
Catalunya- la conclusión más adecuada es la de una oportunidad perdida.
La posible
futura estructura del patrimonio catalán se podía haber planteado con una
visión moderna y de futuro o, como se ha hecho, con una visión conservadora y
de pasado. Porque a pesar de estar concebido en el siglo XXI, sus
planteamientos y filosofía es del siglo pasado. El plan establece crear 4 áreas
primordiales: arte, história, ciencia y contemporaneidad. En la de
contemporaneidad y alrededor del MACBA (Museu d’Art Contemporàni de Barcelona)
se incluye a la Filmoteca de Catalunya y al cine en general. Pero peor suerte
corren otras manifestaciones de la imagen como la fotografía, a la que se
diluye en un futuro centro de recursos nacionales cuyo objetivo es crear una
futura colección de Fotografía; mientra que otras manifestiaciones audiovisuales
se diluyen en ese núcleo de arte contemporaneo compartiendo espacio junto a
Centros y Espacios de Arte Contemporáneo. La visión general que podemos extraer
de este planteamiento es que o bien no se entien a la imagen fija o en
movimiento como un todo, como un conjunto transversal en nuestro mundo
museístico y patromonial o bien no se sabe que hacer con ella. Esto lleva
ineludiblemente a creer que políticamente nuestros representantes se han visto
incapaces de articular una estructura que supere el viejo debate de la imagen
como arte y la imagen como documento, cuando en realidad una cosa no quita la
otra y la imagen audiovisual o fotoquímica es en sí un medio de expresión de
ideas, visiones, experiencias y conceptos que traspasan el ámbito del arte para
penetrar en el mundo particular. Al final la Generalitat opta por entender la
imagen, especialmente el cine, como un resultado unicamente artístico y no
entiende la transversalidad de la imagen fotoquímica; con lo que el problema de
la dispersión y la asistemicidad –que el Conseller criticaba para el sistema
cultural catalán- se mantienen en el mundo de la imágen fotoquímica. Así,
tendremos que el cine, entendido como expresión artística contemporánea, estará
dependiendo del MACBA (no entramos aquí a valorar el papel de los documentales
y otras producciones de no ficción profesionales o no profesionales existentes
en la Filmoteca respecto a su consideración como arte), pero determinadas
colecciones cinematográficas se mantienen en la órbita de los archivos –tanto
en el Archivo Nacional de Catalunya como en los archivos comarcales o locales-;
mientras que la fotografía (sin un centro propio) se concibe como recurso
transversal, y a la vez se diluye en dos ejes estructurales diferentes como el
MACBA y el MNAC, que cuentan con colecciones propias de fotografía. Pero aún
resulta más curioso que en este planteamiento en donde se ha detallado todolos
los centros y Museos de Catalunya y se les ha buscado ubicación en esa futura
estructura museística catalana, no se cuente (o no se mencionen) Centros y
Archivos dedicados a la conservación de la imagen, centros de larga tradición
como el Arxiu Fotogràfic de Barcelona, el CRDI de Girona u otros de reciente
creación como el CIMIR de Reus; aunque este último este pasando dificultades
actualmente como consecuencia de la crisis y los recortes de las
administraciones públicas, lo que ha llevado al cierre de servicios como su
Cinemateca. Es en realidad en este punto en el que creemos que la Generalitat,
más allá de plantear grandes teorias o de proponer visitas a Centros
internacionales para aprender del funcionamiento y estructura de los mismos, ha
de mirar hacia comarcas, ayudarlas y aprender de ellas (dentro de la modestia
que otorgan las cifras de materiales conservados). Por ejemplo, Girona y Reus
han planteado la conservación de sus colecciones de cine y fotografía como un
conjunto para el que han creado un centro propio y especializado que no diluya
las mismas entre museo y archivos. Es a este modelo al que se ha de ayudar. Un
modelo que también se esta implantando en otros lugares y uno de ellos es
Tarragona con la próxima apertura de un Centro de la Imagen en la Antigua
Tabacalera. Este es un planteamiento moderno y de futuro, ya que cada vez más
la imagen tiene mayor importancia en la vida del ciudadano a través de la
televisión, el cine y las nuevas tecnologías y el uso de la imagen de archivo
es cada vez mayor. Y a pesar de ello ¿porque no es posible o no ha sido
posible, crear una estructura similiar para Cataluña?, ¿porque no se ha podido
considerar a la imagen fotoquímica como un conjunto y un elemento transversal,
que abarca a archivos, bibliotecas, museos y centros de arte?, ¿porque no se ha
podido plantear en ese nuevo plan un eje tématico entorno a la imágen en el que
estuvieran la Filmoteca y un centro de referencia fotográfico y alrededor suyo
una constelación de centros y colecciones que trabajan con la fotografía y el
cine? La respuesta parece sencilla, vivimos en el siglo XXI, pero nuestros
políticos siguen pensando la conservación y el concepto de imagen como si
estuvieramos a principios del siglo XX, por ello es más importante para ellos
el número de personas que pisan un lugar que no el número de usuarios presentes
o virtuales de esos equipamientos. A esa mentalidad mercantilista le añadimos
los efectos de la crisis que les llevan a hacer y pensar políticas culturales
en términos de rentabilidad económica y no de eficiencia y responsabilidad
cultural, porque seamos serios el pasado de Catalunya no se reconstruye o se
explica con manifestaciones verbales en discursos grandilocuentes sobre la
patria y la grandeza de un país, sino con documentos que se han de conservar y
preservar para que las actuales generaciones y las futuras entiendas las
dificultades por las que atravesaron su antepasados y resulta que a partir del
siglo XIX uno de los documentos más importantes de nuestra história son las
imágenes fijas o en movimientos, de ficción o documentales. profesionales,
amateurs o domésticas, nacionales o locales... Todas esas imagenes que hemos de
preservar ilustraran a las generaciones futuras la rica vida cultural de la
Catalunya de estos dos últimos siglos.
Es por esa
razón por lo que en 1995 creamos en la Universitat Rovira i Virgili la Unitat
d’Investigació del Cinema y es por ello que llevamos dos décadas trabajando por
la conservación del patrimonio cinematográfico de estas comarcas. Tras haber
recuperado, o colaborado en la recuperación, de más de 3.000 rollos de
películas y en la conservación de otros tantos materiales audiovisuales nuestra
experiencia nos permite valorar este plan de museos de la Generalitat de
Catalunya como una GRAN OPORTUNIDAD PÉRDIDA y en general la situación actual
como decepcionante y peligrosa. Durante estas dos últimas décadas hemos
trabajado con pocos recursos y, en en la mayoria de ocasiones, con mucha
incomprensión, pero siempre hemos dado pasos hacia adelante en esta poco
valorada tarea de conservación del patrimonio cinematográfico, con momentos que
nos han llenado de inmensa felicidad como la inauguración del Centre de la
Imatge Mas Iglesias de Reus o la creación del Memorimage de Reus o el inicio de
la campaña de recuperación cinematográfica en Montblanc por parte del Arxiu
Comarcal de la Conca de Barberà. Todas ellas han proporcionado grandes momentos
con proyecciones públicas de material desconocido o dado por desaparecido y
todo estos logros están actualmente en peligro porque la crisis sirve de
excusa, no para cuestionarse la eficacia de determinadas actuaciones y formas
de funcionamiento de estructuras políticas o económicas, sino para recortar en
cultura porque siempre se considera un gasto inútil, poco rentable e
innecesario, aunque sea en momentos de crisis (recuerdese la crisis de 1929)
cuando más se consume cultura (en ese caso cine) para sobrevivir mental y
psíquicamente a una realidad negativa.
José Carlos Suárez y Pedro Nogales Cárdenas
Profesores de cine de la URV
Unitat d’Investigació del Cinema - Aula de Cine de la URV
(Colaboración externa)