Siguiendo en la temática de
flores y arte que os presentamos en la última entrada sobre moda, esta vez os proponemos
un repaso por la actualidad en el diseño del Pret- â-Porter y su eco en
las pasarelas más importantes. Es sumamente interesante el analizar las firmas
con propuestas más innovadoras y personales, así como la forma en la que se
desmarcan de las soluciones que se han mostrado en la Alta Costura.
Como hemos podido ver este año
las pasarelas parecen haberse llenado de los motivos florales. Cada diseñador,
fiel a su estilo, aplica esta tendencia de una forma personal y reconocible,
marcando la firma de identidad propia que separa el corte de las grandes
firmas. Muchas de estas producciones son aplaudidas por los espectadores de las
pasarelas como obras de arte reales. Lo cierto es que la línea que separa el
arte de la producción de estos modistos, en estos casos, es cada vez más
fina. El Pret-â-Porter se identifica como la sección económicamente más
accesible de muchas marcas, ¿será esto un handicap para la creatividad de sus
producciones?
Ciuri y Piccioli vuelven a presentar una colección romántica y etérea
para Valentino. Los bordados encajes y telas pintadas vuelven a combinarse con
las flores, ya sea en estampado o en relieve, siguiendo fielmente la línea ya
mostrada en la colección de Alta costura.
Bluegirl combina las flores en ramillete, estampadas de forma
asimétrica en combinación con el animal-print,
en las vaporosas gasas de sus vestidos. Pero eso sí, sin renunciar a la estética
escultórica para los little dress en
diferentes tonos pastel y blancos.
Louis Vuitton, de la mano del diseñador Marc Jacobs, nos trae una
colección donde las flores se presentan en formas simétricas y son casi taladradas
en los tejidos, rechazando tanto lo escultural como lo estampado en una
colección con personalidad propia.
Ralph Lauren, un modisto siempre relacionado con la estética de la
sobriedad inglesa, nos trae las flores en su colección de la mano del look años
veinte. Los ramilletes de flores casi difuminados en tonos pastel conviven
con sombreros de plumas y collares, en una estética a la altura de las fiestas de
Long Island durante la época del jazz y el charlestón.
Los italianos Dolce & Gabbana
se inspiran en el mundo culinario para presentarnos unos diseños en
organza y algodón más rígidos y con un punto diferente: las flores propias de
las frutas combinadas con las hortalizas y el estallido de colorido. Definitivamente, una forma extremada y personal de adaptar la tendencia al
estilo cargado, casi barroco, tan característico de la casa.
Por último, Óscar de la Renta nos trae las flores únicamente en forma de
bordados, eso sí, tomándolas en un juego de contrastes de color con las telas
sobre las que las construye. El trabajo da como resultado una estética propia
del modisto: un aire clásico de matices casi mejicanos que nos recuerda
a los mantones de Manila y sus
inacabables bordados.